“Tonadas a la memoria”. Apuntes sobre la obra Del sonido de la labor, cantos de trabajo de Tania Candiani

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Palabras claves: ruinas, paisaje, huellas, memorias, oralidad, prácticas artísticas.

Resumen

La obra Del sonido de la labor, cantos de trabajo (2019) deTania Candiani, concebida como uno de los segmentos presentados por la artista en la XIII Bienal de La Habana, se estructuró a partir de una práctica de investigación cultural sobre la pervivencia de las tonadas trinitarias en el imaginario cubano y caribeño. Estos cantos de trabajo, que eran tarareados por los esclavos africanos en las plantaciones de azúcar del Valle de los Ingenios, han permanecido en la oralidad, como una suerte de archivo, un saber fundado en la lengua hablada, mezclada, trasmutada para confundir al amo. Esos sonidos remedan las experiencias vividas en la plantación, los cantos, los proverbios, un universo que comporta por su naturaleza, una cultura labrada en la resistencia. La mirada que reconstruye el video enfrenta al espectador a distintas capas temporales y espacios en ruinas. La torre vigía, los barracones, el tren jamaiquino, la finca del hacendado, los restos de la plantación ilustran una cartografía del “paisaje de la historia” subyacente en las ruinas del Ingenio San Isidro de los Destiladeros.

Tania Candiani_Del sonido de la labor

 

 

Y cuando finalmente todo cambie, o más bien, se derrumbe, cuando el movimiento imparable haya despojado el lugar cerrado, para amontonar las poblaciones en los márgenes de las ciudades, lo que quedará, lo que queda, será lo oscuro de esta memoria imposible, que habla más fuerte y llega más lejos que las crónicas y los inventarios.

Édouard Glissant[1]

En el texto Lugar cerrado, palabra abierta el poeta martiniqués Édouard Glissant disecciona el sistema de plantación colonial replicado en disímiles regiones del Caribe y el continente americano. Esta estructura de explotación, fraguada en el exterminio, la violencia y el control de los cuerpos, le permite disertar sobre las historias inherentes a dichos espacios, mediante una interrogación de las ruinas, los archivos “incompletos o ambiguos”, así como de los testimonios y registros orales de los esclavos africanos que fueron trasladados de manera forzada. Los recursos de la oralidad, como expresa el autor, devienen un acto de supervivencia ante el universo mudo de la plantación[2], una suerte de literatura que, al estar marcada por el silencio, se expresa desde lo fragmentario y discontinuo. Así comienzan a transmitirse los cuentos, los proverbios y cantos entre los esclavos y sus descendientes como una alternativa de vida, paralela a otras formas de subsistencia y cimarronaje. En ese empeño por preservar el vínculo entre los recuerdos y la lengua, parece emerger la idea de una palabra abierta que se originó en la plantación. Se trata de un espacio de saberes que ha servido de sustrato para diversas prácticas artísticas y de investigación, en las cuales la mirada a las ruinas y al paisaje de la historia devienen escucha consciente en torno a las voces y memorias de la esclavitud.

Tania Candiani_Del sonido de la labor

La obra Del sonido de la labor, cantos de trabajo (2019) de la artista mexicana Tania Candiani, parece configurarse desde ese horizonte de la palabra abierta que enuncia Édouard Glissant, al trazar un puente entre los intereses interdisciplinarios y colaborativos en los medios artísticos contemporáneos y la recuperación de un repertorio musical de origen afrocubano. Tanto la video-instalación como la acción[3], presentadas en la XIII Bienal de La Habana, se concibieron a partir de una práctica de investigación cultural sobre la pervivencia de las tonadas trinitarias en el imaginario cubano y caribeño. Estos cantos de trabajo que eran tarareados por los esclavos en las plantaciones de azúcar del Valle de los Ingenios, han permanecido en la oralidad, como una suerte de archivo, un saber fundado en la lengua hablada, mezclada, trasmutada para confundir al amo. Remedan las experiencias vividas en la plantación, un universo de voces que encierra por su naturaleza, un sistema de contravalores, una contracultura[4]labrada en la resistencia.

Tania Candiani_Del sonido de la labor

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La mirada que construye el video enfrenta al espectador a distintas capas temporales y espacios en ruinas, para ubicar al paisaje como elemento determinante de la poética visual. Dividido en tres segmentos, la lectura del material se puede pensar desde la relación entre los sentidos del paisaje y las tonadas. Un primer fragmento que documenta las ruinas del Ingenio San Isidro de los Destiladeros (la torre vigía, los barracones, el tren jamaiquino, la finca del hacendado) mientras se escucha una voz que solicita permiso al amo para poder cantar, un segundo registro centrado en el campo de caña en tanto sentimos una voz que se pregunta por la memoria de su existencia y un último apartado en el cual la lírica de una voz que no puede vivir sin libertad se expresa en el monte. Cada uno de estos sonidos se identifican con la palabra de los esclavos, reforzada por la presencia del coro y los solistas que interpretan las tonadas. Sus gestos parecen recrear un camino que conduce al deseo de emancipación, un componente afectivo que se traslada desde la rigidez de los cuerpos, las acciones que dejan huellas en el paisaje (el acto de fracturar las hojas en el campo de caña) hasta la mirada que nos interroga. Se trata de un documento visual que además de interesarse por un tiempo histórico, se cuestiona sobre ese tiempo de la memoria que instala al recuerdo en lo sagrado por medio de un lenguaje que tiene su raíz en el fragmento, en el espacio, el gesto, la imagen y el objeto. [5] Así también la manera de concebir un paisaje-eco resuelta por la artista permite constatar una preocupación por el tiempo de la naturaleza que habita en las ruinas. Un componente que, en palabras de Marc Augé, no es un tiempo que podamos medir, pero añade al inmemorial tiempo geológico los tiempos múltiples de la experiencia humana y los enmarañados tiempos de la reproducción vegetal.[6]

Tania Candiani_Del sonido de la labor

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Los distintos pasajes en el video han sido separados por pequeños fragmentos del texto Los negros esclavos escrito por el investigador cubano Fernando Ortiz y editado en 1975, para introducir una transición necesaria que contextualiza la pieza. Entonces la palabra escrita deja en claro las memorias de violencia que acompañan estas ruinas, informa sobre el tiempo del trabajo forzado y la tortura sobre los cuerpos de los esclavos. Nos hace pensar cómo las marcas de estos registros de violencia han permanecido en la sensibilidad hasta el presente.

Tania Candiani_Del sonido de la labor

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Los restos de la plantación ilustran una cartografía del “paisaje de la historia”[7] subyacente en las ruinas del ingenio San Isidro de los Destiladeros, que hacen efectiva esa afirmación de Marc Augé para la cual no hay paisaje sin mirada, sin conciencia del paisaje[8]. En tal sentido, la obra Del sonido de la labor, cantos de trabajo de Tania Candiani podría ser asumida como una percepción consciente que, sin dejar de ser poética, entiende al paisaje como contenedor de los acontecimientos, como espacio que sobrevive a las historias a través de las huellas y vestigios que permanecen incrustados en su superficie.

Augé, Marc. El tiempo en ruinas, Barcelona, Editorial Gedisa, 2008

Bernabé, Jean, Patrick Chamoiseau y Raphaël Confiant. “Elogio de la creolidad” en Félix Valdés (ed.), Antología del Pensamiento Crítico Caribeño contemporáneo (West Indies, Antillas Francesas y Antillas Holandesas), Buenos Aires, Argentina, CLACSO, 2017.

Glissant, Édouard. Poética de la relación, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2017.

Lewis Gaddis, John. El paisaje de la historia. Cómo los historiadores representan el pasado, Barcelona, Editorial Anagrama, S.A., 2004.

Nora, Pierre. “Entre Memoria e Historia: La problemática de los lugares”, consultado el 10 de octubre de 2020, https://www.comisionporlamemoria.org/archivos/jovenesymemoria/bibliografia_web/historia/Pierre.pdf

[1]ÉdouardGlissant, “Lugar cerrado, palabra abierta” en Poética de la relación, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2017, p.106.

[2]Ibídem, p. 102.

[3] En el presente artículo me referiré específicamente al video, dado que su resultado visual permite desmontar una noción de paisaje que trasciende el carácter decorativo para entenderlo como un escenario donde se dibuja un saber sobre el pasado. En tal sentido, se hacen hablar los gestos, las voces y las huellas inherentes al espacio. Resulta importante mencionar la documentación que acompañó la pieza en varias locaciones del Valle de los Ingenios como las ruinas de la hacienda San Isidro de los destiladeros, los ingenios Guáimaro y Manaca Iznaga. Por otro lado la acción cosistió en la interpretación de cinco tonadas, arregladas por el grupo coral Tonadas Trinitarias junto a un coro lírico en la Residencia Estudiantil Galbán Lobo en el centro histórico de la Habana Vieja. Las pinturas murales, presentes en las paredes del edificio en proceso de restauración, aludían a distintos momentos de la labor: la cosecha, el proceso de industrialización y su posterior comercialización. Con lo cuál propició un encuentro con esos distintos tiempos que habitan el imaginario del cultivo y la producción de la industria azucarera en el contexto. Un pasaje de naturaleza colonial que esboza, desde la memoria, un camino a explorar.

[4]Jean Bernabé, Patrick Chamoiseau y Raphaël Confiant, “Elogio de la creolidad” en Félix Valdés (ed.), Antología del Pensamiento Crítico Caribeño contemporáneo (West Indies, Antillas Francesas y Antillas Holandesas), Buenos Aires, Argentina, CLACSO, 2017, p. 340.

[5]Pierre Nora, “Entre Memoria e Historia: La problemática de los lugares”, consultado el 10 de octubre de 2020, https://www.comisionporlamemoria.org/archivos/jovenesymemoria/bibliografia_web/historia/Pierre.pdf

[6]Marc Augé, El tiempo en ruinas, Barcelona, Editorial Gedisa, 2008, p.84

[7]A propósito de esta idea, resulta valiosa la tesis desarrollada por John Lewis Gadis cuando propone concebir la historia como una suerte de confección de mapas, por medio de la “experiencia indirecta” que estos recrean en relación con un paisaje ya sea histórico o geográfico. John Lewis Gaddis, El paisaje de la historia. Cómo los historiadores representan el pasado, Barcelona, Editorial Anagrama, S.A., 2004, p. 57.

[8] Marc Augé, Op. cit, p. 46.

Yalicel Gabeira Londres (La Habana, 1986)

Maestra en Estudios de Arte por la Universidad Iberoamericana de México en 2016 y licenciada en Historia del Arte por la Universidad de la Habana en 2009. Actualmente es estudiante del Doctorado en Historia y Teoría Crítica del Arte de la Universidad Iberoamericana de México. Becaria de la Fundación Ars TEOR/ética entre 2018 y 2019. Participó en el programa Internacional de Investigadores del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo (MMCA) de Corea del Sur en el año 2018. Entre 2009 y 2016 fue especialista del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam en Cuba, donde trabajó en la gestión de exposiciones temporales y en los procesos curatoriales y museográficos de la Oncena Bienal de la Habana “Prácticas artísticas e Imaginarios Sociales (2012) y la Duodécima Bienal de La Habana “Entre la Idea y la Experiencia” (2015). Fue becaria del Departamento de Pintura Moderna en el Museo Thyssen- Bornemisza en Madrid (2010-2011).

Airs pour la mémoire. Notes sur l’œuvre Del sonido de la labor, cantos de trabajo de Tania Candiani

Résumé

L’œuvre Del sonido de la labor, cantos de trabajo (2019) de Tania Candiani, conçue comme l’un des segments présentés par l’artiste à la 13ème Biennale de La Havane, a été structurée par une pratique de recherche culturelle sur la survie des airs trinitaires dans l’imaginaire cubain et caribéen. Ces chants de travail, fredonnés par les esclaves africains dans les plantations de sucre du Valle de los Ingenios, sont restées dans l’oralité, comme une sorte d’archive, un savoir fondé sur la langue parlée, mélangée, transmutée pour confondre le patron. Ces sons évoquent les expériences vécues dans la plantation, les chants, les proverbes, un univers qui, par sa nature, implique une culture taillée dans la résistance. Le regard qui reconstitue la vidéo confronte le spectateur à différents temps et espaces en ruines. La tour de guet, les baraques réservées aux esclaves, le train jamaïcain, la maison du patron, les vestiges de la plantation illustrent une cartographie du “paysage de l’histoire” qui sous-tend les ruines de la sucrerie de San Isidro de los Destiladeros.

 

Tania Candiani_Del sonido de la labor

Et lorsque finalement tout changera, ou plutôt s’écroulera, quand le  mouvement inarrêtable aura  dépouillé le lieu clos, pour amasser  les populations dans les marges des villes, ce qui sera resté, ce qui reste, c’est  l’obscur de cette mémoire impossible, qui parle plus haut  et plus loin que les chroniques et les recensements

Édouard Glissant[1]

 

Dans le texte Lieu clos, parole ouverte, le poète martiniquais Édouard Glissant analyse en profondeur le système de la plantation coloniale, dont les symboles émaillent les différentes régions de la Caraïbe et du continent américain. Cette structure d’exploitation, fondée sur l’extermination, la violence et le contrôle des corps, lui permet de disserter sur les histoires inhérentes à ces espaces, à travers l’interrogation des ruines, les archives « incomplètes ou ambiguës », ainsi que les témoignages et registres oraux de ceux   qui furent déplacés par la force. Le recours à l’oralité, comme l’exprime l’auteur, devient un acte de survie face à l’univers muet de la plantation[2], un genre de littérature qui, frappé par le silence, s’exprime de façon fragmentaire et discontinue. C’est ainsi que commencent à se transmettre les contes, proverbes et chants entre les esclaves et leurs descendants comme une alternative de vie, parallèlement à d’autres formes de subsistance et de marronnage. Dans cette poussée pour préserver le lien entre les souvenirs et la langue semble émerger l’idée d’une parole ouverte originaire de la plantation. Il s’agit d’un espace de savoirs qui a servi de substrat à diverses pratiques artistiques et de recherches, dans lesquelles le regard vers les ruines et le paysage de l’histoire devient une écoute consciente des voix et mémoires de l’esclavage.

Tania Candiani_Del sonido de la labor

L’œuvre Del sonido de la labor, cantos de trabajo (2019) de l’artiste mexicaine Tania Candiani semble se configurer dans cet horizon de la parole ouverte qu’évoque Édouard Glissant, en traçant un lien entre les intérêts interdisciplinaires et collaboratifs des médiums artistiques contemporains et la récupération d’un répertoire musical d’origine afro-cubaine. Autant la vidéo-installation que la performance [3], toutes deux présentées à la 13ème Biennale de La Havane, ont été conçues à partir d’une pratique de recherche culturelle sur la permanence des tonadas trinitarias dans l’imaginaire cubain et caribéen. Ces chants de travail  fredonnés par les esclaves dans les plantations de sucre de la Vallée de los Ingenios  se sont transmis oralement comme une sorte d’archive, un savoir fondé sur la langue parlée, mélangée, transmutée pour confondre le maître. Ils parodient les expériences vécues dans la plantation, un univers de voix qui enferme de par sa nature, un système de contre-valeurs, une contre-culture[4] forgée dans la résistance.

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Le regard qui construit la vidéo confronte le spectateur aux différentes couches temporelles et espaces en ruines, pour localiser le paysage comme un élément déterminant de poétique visuelle. Divisée en trois segments, la lecture du matériel peut être pensée autour de la relation entre les sens du paysage et les tonadas. Un premier fragment documente les ruines du moulin à sucre San Isidro de los Destiladeros (la tour de guet, les baraquements, le train jamaïcain, le domaine du hacendado (propriétaire foncier ) tandis qu’on entend une voix demandant l’autorisation du maître pour pouvoir chanter, un deuxième registre est centré sur le champ de canne à sucre dans lequel on perçoit une voix qui s’interroge sur la mémoire de son existence, enfin  un dernier aparté exprime ou évoque   le lyrisme  d’une voix qui ne peut vivre en liberté  dans la campagne. Chacun de ces sons résonne avec la parole des esclaves, renforcée par la présence du chœur et des solistes qui interprètent les tonadas. Leurs gestes semblent recréer un chemin conduisant au désir d’émancipation, une composante affective qui se déplace depuis la rigidité des corps, des actions qui laissent des empreintes dans le paysage (l’acte de fracturer les feuilles dans le champ de canne à sucre) jusqu’au regard qui nous interroge. Il s’agit d’un document visuel, qui, au-delà du seul intérêt pour  une époque historique, se questionne sur ce temps de la mémoire qui installe le souvenir dans le sacré à travers un langage qui prend ses racines dans le fragment, l’espace, le geste, l’image et l’objet.[5] Aussi, la manière de concevoir un paysage-écho mis en scène  par l’artiste permet de constater une préoccupation pour le temps de la nature qui habite les ruines. Un élément qui, d’après Marc Augé, n’est pas un temps que l’on peut mesurer,  [6]

Tania Candiani_Del sonido de la labor

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Les différents paysages dans la vidéo ont été séparés par des petits fragments du texte Los negros esclavos (Les noirs esclaves) écrits par le chercheur cubain Fernando Ortiz et publié  en 1975, pour introduire une transition nécessaire qui contextualise l’œuvre. Dès lors, la parole écrite met  au clair les mémoires de violence qui accompagnent ces ruines, informe sur ce temps du travail forcé et la torture subie par  les corps des esclaves. Elle nous rappelle comment les marques de ces registres de violence sont demeurées vives dans la sensibilité jusqu’à présent.

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Les vestiges de la plantation illustrent une cartographie du « paysage de l’histoire »[7] sous-jacente dans les ruines du moulin San Isidro de los Destiladeros, à l’image de cette affirmation de Marc Augé pour laquelle il n’y a pas de paysage sans regard, sans conscience du paysage  [8]. Dans ce sens, l’œuvre Del sonido de la labor, cantos de trabajo de Tania Candiani pourrait être vue comme une perception consciente qui, sans délaisser la poésie, comprend le paysage comme le  réceptacle des événements, comme un espace qui survit aux histoires à travers les empreintes etles  vestiges qui restent incrustés à sa surface.

[1]ÉdouardGlissant, “Lugar cerrado, palabra abierta” en Poética de la relación, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2017, p.106.

[2]Ibídem, p. 102.

[3] En el presente artículo me referiré específicamente al video, dado que su resultado visual permite desmontar una noción de paisaje que trasciende el carácter decorativo para entenderlo como un escenario donde se dibuja un saber sobre el pasado. En tal sentido, se hacen hablar los gestos, las voces y las huellas inherentes al espacio. Resulta importante mencionar la documentación que acompañó la pieza en varias locaciones del Valle de los Ingenios como las ruinas de la hacienda San Isidro de los destiladeros, los ingenios Guáimaro y Manaca Iznaga. Por otro lado la acción cosistió en la interpretación de cinco tonadas, arregladas por el grupo coral Tonadas Trinitarias junto a un coro lírico en la Residencia Estudiantil Galbán Lobo en el centro histórico de la Habana Vieja. Las pinturas murales, presentes en las paredes del edificio en proceso de restauración, aludían a distintos momentos de la labor: la cosecha, el proceso de industrialización y su posterior comercialización. Con lo cuál propició un encuentro con esos distintos tiempos que habitan el imaginario del cultivo y la producción de la industria azucarera en el contexto. Un pasaje de naturaleza colonial que esboza, desde la memoria, un camino a explorar.

[4]Jean Bernabé, Patrick Chamoiseau y Raphaël Confiant, “Elogio de la creolidad” en Félix Valdés (ed.), Antología del Pensamiento Crítico Caribeño contemporáneo (West Indies, Antillas Francesas y Antillas Holandesas), Buenos Aires, Argentina, CLACSO, 2017, p. 340.

[5]Pierre Nora, “Entre Memoria e Historia: La problemática de los lugares”, consultado el 10 de octubre de 2020, https://www.comisionporlamemoria.org/archivos/jovenesymemoria/bibliografia_web/historia/Pierre.pdf

[6]Marc Augé,  El tiempo en ruinas, Barcelona, Editorial Gedisa, 2008, p.84

[7]A propósito de esta idea, resulta valiosa la tesis desarrollada por John Lewis Gadis cuando propone concebir la historia como una suerte de confección de mapas, por medio de la “experiencia indirecta” que estos recrean en relación con un paisaje ya sea histórico o geográfico. John Lewis Gaddis, El paisaje de la historia. Cómo los historiadores representan el pasado, Barcelona, Editorial Anagrama, S.A., 2004, p. 57.

[8] Marc Augé, Op. cit, p. 46.