Beatriz González: Paisajes elementales
No he visto un movimiento de tierra tan grande como el de cavar nuestras fosas[1].
La artista colombiana Beatriz González (Bucaramanga, 1932) ha sido testigo de un país en guerra, del cual ha retratado su dolor por más de cuarenta años. La práctica artística de González inició en la década del sesenta con preguntas formales y plásticas ligadas a lo que ella ha enunciado como la transformación del arte universal en su llegada a un país subdesarrollado. Las primeras dos décadas de su trabajo estuvieron marcadas por una búsqueda sobre el gusto en la cultura colombiana, expresada en pinturas y serigrafías deliberadamente torpes, a la par de objets trouvés intervenidos como muebles de metal y madera, toallas y telones. Su obra se empezó a centrar en los acontecimientos trágicos del país tras la toma y retoma del Palacio de Justicia ocurridas el 6 de noviembre de 1985, en manos del grupo al margen de la ley M-19. La toma, que planeaba ser pacífica, se convirtió en un enfrentamiento armado en el que participó la fuerza militar del Estado. Este ha sido uno de los eventos más trágicos de la historia reciente del país. La toma y retoma del Palacio de Justicia determinó un cambio en la producción plástica de González, pues para ella fue la demostración de la gravedad de los acontecimientos que estaban ocurriendo en Colombia.
A pesar del cambio en las temáticas, González ha tenido el mismo punto de partida para el desarrollo de sus obras, que se basa en que cada una parte de un referente impreso. Desde la década del ochenta, los referentes de sus obras se han limitado casi exclusivamente a las fotografías publicadas en los periódicos locales. Su proceder en el taller implica observar el periódico, recortar las imágenes y crear a partir de ellas. Esta praxis ha hecho que su producción plástica esté indisolublemente atada a los acontecimientos del país. Asimismo, la ha llevado a convertirse en una testigo de la historia reciente, la cual traduce a la dimensión sensible de las artes plásticas.
Uno de los acontecimientos más importantes en Colombia los últimos años fue la firma del acuerdo de paz en 2016. En el país hubo múltiples tentativas pacifistas entre el Estado y los grupos armados al margen de la ley; sin embargo, en 2012, bajo el mandato del entonces presidente Juan Manuel Santos, se inició un nuevo proceso de paz entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP), el cual se llevó a cabo cuatro años más tarde. El Acuerdo de paz fue un tema álgido que dividió al país entre quienes estaban a favor y quienes estaban en contra. El Congreso de la República dispuso un plebiscito, el 2 de octubre de 2016, sobre el acuerdo de paz como una medida para que la ciudadanía refrendara a favor o en contra de este. El No ganó por mayoría de votos. El triunfo del no como manifestación del rechazo al acuerdo de paz causó gran desilusión en muchas personas que optaban por el acuerdo como la resolución del conflicto interno que llevaba más de sesenta años.
Entre las personas desilusionadas se encontraba la artista. El lunes siguiente a las elecciones, me encontré con González en su taller donde nos reuníamos a trabajar. Aquel día estaba vestida completamente con ropa negra y tenía un banderín en su camisa que decía Sí, de la campaña a favor del Acuerdo de paz. Ella me mencionó que estaba vestida de negro pues se sentía en luto por el país. Aquel día vi el vínculo personal y emocional de González con los hechos trágicos de Colombia, ya no expresado en su obra artística sino en su gesto cabizbajo, su tristeza y su luto.
Luego del plebiscito, el acuerdo se reajustó y en septiembre de ese año se firmó el Acuerdo de paz entre el gobierno de Santos y las FARC-EP, el cual implicó la desmovilización y el reintegro de las miembros del grupo armado a la vida civil y el compromiso de ambas partes por el esclarecimiento de los hechos y la reparación a las víctimas del conflicto armado colombiano. El 2016 fue un año significativo para muchos colombianos pues dibujó la promesa de un país en paz a pesar de la incertidumbre y desconfianza. En el campo de las artes visuales, en donde varios artistas han tenido como tema el conflicto armado, había inquietud sobre si su arte cambiaría. En los periódicos se hizo notar la reproducción de la paloma de la paz de Picasso y sus múltiples variaciones por parte de artistas colombianos. González se negó a dibujar palomas de la paz, y en cambio, continuó con su práctica tal como siempre lo había hecho: observando las imágenes de los periódicos y transformándolas.
Ese mismo año, la artista inició dos series tituladas La Guerra y La Paz y Paisajes Nacionales. La Guerra y La Paz[2] se compone de pinturas que asocian hechos que ella identificó como representativos de la guerra y la paz en el país. La Guerra retrata un grupo de trabajadoras sexuales que fueron asesinadas y sus cuerpos desnudos yacen sangrantes al borde de un río. La paz representa a un grupo de la comunidad indígena Kogui celebrando con música la restitución de sus tierras. Paisajes elementales, se centra en los cuatro elementos: aire, agua, tierra y fuego, pero situados en lugares concretos del territorio colombiano.
En 2019, las series La Guerra y La Paz y Paisajes Nacionales fueron expuestas en conjunto por primera vez en la galería Casas Riegner en Bogotá. La muestra se tituló Paisajes Nacionales: dibujos y pinturas como referencia a una exposición que la artista realizó en 1983 titulada Identidad Nacional. La exposición de 1983 estuvo compuesta por una serie de obras en respuesta al llamado del presidente de aquel entonces, Belisario Betancur, por establecer los símbolos para definir la identidad de Colombia. Aquella exposición, con un tono crítico, reunió lo que para la artista podrían ser estos símbolos. En el caso de Paisajes Nacionales, la identidad del país se expresaba en sus paisajes afectados por tragedias ambientales y malos manejos políticos. Las obras mostraron la naturaleza violentada, frente a la cual la artista invitaba a reflexionar sobre el duelo de las personas que se habían visto afectadas en esas regiones.
González narró que Paisajes elementales fue la respuesta a la pregunta que muchos le hacían en 2016 sobre qué pintaría luego de la firma del Acuerdo de paz.
Los periodistas me preguntaban: ¿Ahora qué vino la paz, usted se quedó sin tema? Y yo respondía: No, yo sigo trabajando, solamente que se me ocurren otras cosas. Resolví hacer los cuatro elementos, los que le enseñan a uno en el colegio: el agua, el fuego, el aire y la tierra. Estos elementos, que son referencias ‘de cartilla escolar’, se enseñan a los niños con un tono muy feliz para explicar los elementos de la naturaleza. Quise situar estos elementos ideales en diferentes sitios. Se me ocurrió tomar las tragedias colombianas en las que estuvieran presentes estos cuatro elementos[3].
Paisajes elementales es una de las pocas series de la artista que se enmarca en el género de paisaje, pues la figura humana ha sido principalmente el centro de su producción. La pregunta por la situación del país luego de la firma de la paz fue la que la llevó al paisaje. Sin embargo, no se trató de un paisaje idealizado ni bello, sino uno atravesado por los desastres que tenían repercusiones en diferentes comunidades. Para desarrollar esta serie, González vinculó cada uno de los cuatro elementos a sitios donde había ocurrido diferentes afectaciones y se le asignó a cada elemento un sitio geográfico:
‘Tierra en Barranca[4]’ surge de una foto viejísima que yo tenía, en donde llegaron paramilitares a Barrancabermeja[5] -allá la situación era horrible – la gente empezó a cavar fosas para encontrar sus desaparecidos, que nunca aparecieron, y a hacer ataúdes con las fotos de cada uno de los muertos. Yo no he visto un movimiento de tierra tan grande como el cavar nuestras fosas. ‘Agua en el Valle’[6], corresponde a las inundaciones en el Valle del Cauca[7], Aire en la Guajira[8] a la contaminación por la minería de carbón en la Guajira[9] y ‘Fuego en la Sierra[10]’ a unas malocas[11] indígenas quemadas en la Sierra Nevada de Santa Marta[12][13].
Boceto Paisajes elementales: fuego en la Sierra
Beatriz González, 2017
óleo sobre lienzo 50.5 x 60 cm.
Colección privada, Photo José Ruiz
Cortesía de la artista
Las representaciones del territorio en Paisajes elementales son entendidas por la artista como paisajes modernos que expresan las tragedias ambientales producidas por compromisos políticos que afectan sitios concretos en el país provocando grandes daños[14]. Buscando otros temas para pintar, González hurgó entre sus recortes de prensa[15] donde encontró los paisajes dramáticos que han sido el escenarios ocultos en Colombia.
[1] Déclaration de Beatriz González le 14 octobre 2020.
[2] Imagen 1.
[3] Visita guiada de González de la exposición Beatriz González: una retrospectiva, realizada el 14 de octubre de 2020.
[4] Imagen 2.
[5] Ciudad situada en el Departamento de Santander en la zona norte central de Colombia.
[6] Imagen 3.
[7] Región al suroeste de Colombia.
[8] Región al norte de Colombia.
[9] Imagen 4.
[10] En una entrevista, la artista narró que: El fuego es la Sierra Nevada de Santa Marta, a raíz de la noticia de los once Wiwas [comunidad indígena] que estaban reunidos y murieron cuando un rayo incendió su maloca. La maloca se volvió un símbolo de ese incendio en la Sierra, de los pueblos quemados. Beatriz González “Yo no creo que el arte pueda tumbar gobiernos,” en Revista Arcadia, junio de 2020.
[11] Construcciones habitacionales indígenas.
[12] Imagen 5.
[13] Ibíd.
[14] Entrevista realizada por Tobías Ostrander a Beatriz González el 22 de octubre de 2020. Inédita.
[15] Imágenes 6,7,8.
Natalia Gutiérrez Montes es Historiadora del Arte y Maestra en Artes de la Universidad de los Andes, Colombia. Se ha desempeñado como investigadora sobre cultura y arte en Colombia teniendo como herramienta fundamental el trabajo de archivo. Ha participado en los archivos ARCA –Arte Colonial Americano- una base de más de 22 mil imágenes de arte colonial consolidada por el historiador Jaime Borja; Piedra, Tijera, Papel, un proyecto de investigación y creación que reúne, archiva y pública fuentes primarias del diseño gráfico en Colombia del siglo XX; Por las galerías, una investigación, exposición y archivo web de la historia de las galerías y espacios autogestionados en Bogotá desde 1940-2018; Gráficas Molinari, un proyecto de investigación y creación a partir del archivo remanente de la principal imprenta colombiana de láminas populares producidas en Cali entre 1957 – 1990 y el archivo de Beatriz González que comprende material diverso compilado por la artista desde hace más de sesenta años.
Textos:
- Cerón, Gutiérrez y Ruiz. Por las galerías: atlas de las galerías y los espacios autogestionados en Bogotá 1940-2018. Bogotá: Idartes (Inédito, julio 2020).
- “Los telones de Beatriz González: telones de fondo para la cultura.” En Revista Santander nº15 (marzo 2020), 54 – 65.
- “El milagro de Soriano.” En Las colecciones de arte de la Universidad de los Andes, Alexander Herrera edit. Bogotá: Ediciones Uniandes, 2019. ISBN: 978-958-774-768-3.
- “Cronología.” En Beatriz González: a retrospective, catálogo. Miami: Perez Art Museum, 2019.
BEATRIZ GONZALEZ: PAYSAGES ELEMENTAIRES
Je n’ai jamais vu un aussi grand mouvement de terre que celui qui creuse nos fosses[1].
L’artiste colombienne Beatriz González (Bucaramanga, 1932) a été témoin d’un pays en guerre, dont elle a représenté la douleur pendant plus de quarante ans. La pratique artistique de González a commencé dans les années 1960 avec des questionnements formels et plastiques liés à ce qu’elle a elle-même énoncé comme la transformation de l’art universel à son arrivée dans un pays en sous-développement. Les deux premières décennies de son travail ont été marquées par une recherche sur le goût dans la culture colombienne, exprimée en peintures et sérigraphies délibérément maladroites, ainsi que d’objets trouvés et modifiés comme des meubles en métal et en bois, des serviettes et des rideaux.
Son œuvre a commencé à se centrer sur les événements tragiques de son pays suite à la prise et la reprise du Palais de Justice du 6 novembre 1985 par le groupe hors-la-loi M-19. La prise d’otages, qui devait être pacifique, s’est soldée par un affrontement armé avec l’intervention de la force militaire de l’État. Ce fut un des événements les plus tragiques de l’histoire récente du pays. La prise puis reprise du Palais de Justice a été un tournant dans la production plastique de González ; elle a constitué pour elle la preuve de la gravité des événements qui se sont produits en Colombie à ce moment-là.
Malgré une évolution thématique, González a conservé le même point de départ au cours du développement de son œuvre, la presse. Depuis les années 1980, les références de son travail ont été presque exclusivement des photographies publiées dans les journaux locaux. Son processus à l’atelier implique d’abord l’observation d’un journal, puis le découpage des images pour donner ensuite lieu à la création à partir de celles-ci. Cette pratique lui a permis de lier de façon inévitable ses oeuvres à l’actualité du pays. Aussi, cela a rendu l’artiste témoin de son histoire récente qu’elle a su traduire dans la dimension sensible des arts plastiques.
Un des événements les plus importants en Colombie au cours des dernières années a été la signature de l’accord de paix en 2016. Il y a eu dans le pays de nombreuses tentatives pacifistes entre l’État et les groupes paramilitaires ; toutefois, en 2012, une nouvelle négociation de paix est amorcée entre l’État et les Forces armées révolutionnaires de Colombie – Armée du peuple (FARC-EP) sous le gouvernement du président Juan Manuel Santos, avant d’aboutir quatre ans plus tard. Les accords de paix ont constitué un sujet clivant, scindant le pays entre ceux qui étaient pour ou contre. Le Congrès de la République a ainsi organisé un plébiscite le 2 octobre 2016, comme une mesure permettant à la population de se prononcer en faveur ou non de l’accord de Paix. Le « Non » l’a emporté à la majorité des voix. Le triomphe de ce rejet de l’accord de Paix a été à l’origine d’une grande désillusion pour beaucoup de personnes, qui voyaient en ce traité la résolution d’un conflit national qui avait duré plus de soixante ans.
L’artiste se trouvait parmi les déçus. Le lundi qui a suivi les élections, j’ai vu González à son atelier, où nous avions l’habitude de nous retrouver pour travailler. Ce jour-là, elle était toute vêtue de noir et une bannière sur sa chemise affichait le « Oui » de la campagne qui soutenait l’accord de paix. Elle m’a dit qu’elle était en noir parce qu’elle se sentait en deuil pour le pays. C’est ce jour-là que j’ai vu le lien personnel et affectif de González par rapport aux faits tragiques survenus en Colombie, non pas dans son œuvre artistique mais dans son regard vaincu, sa tristesse et son deuil.
Suite au plébiscite, l’accord a été revu et signé en septembre de cette année-là, par le gouvernement de Santos et les FARC-EP, entraînant la démobilisation et réintégration à la vie civile des membres du groupe paramilitaire, ainsi que l’engagement des deux parties à éclaircir les faits et compenser les victimes du conflit armé en Colombie. 2016 fut une année significative pour beaucoup de Colombiens, car elle a esquissé la promesse d’un pays en paix malgré l’incertitude et la défiance. Dans les arts visuels, où certains artistes avaient pris le conflit armé comme fil directeur de leur travail, a surgi une inquiétude sur le changement de leur pratique artistique. Dans les journaux, on reproduisait la colombe de la paix de Picasso et ses multiples variations créées par des artistes colombiens. González a refusé de dessiner ces colombes, et a décidé à la place de continuer sa pratique comme elle l’avait toujours fait : en observant les images des journaux et en les transformant.
Au cours de cette même année, l’artiste a commencé deux séries intitulées La guerre et la paix et Paysages nationaux. La guerre et la paix[2] se compose de peintures qui associent des faits qu’elle a identifiés comme étant représentatifs de la guerre et la paix dans le pays. La guerre montre un groupe de travailleuses du sexe qui ont été assassinées, leurs corps nus et sanglants gisant sur la rive d’un fleuve. La paix représente un groupe de la communauté indigène Kogui célébrant la restitution de leurs terres par la musique. Paysages élémentaires se focalise sur les quatre éléments : l’air, l’eau, la terre et le feu, mais situés en des lieux concrets du territoire colombien.
En 2019, les séries La guerre et la paix et Paysages nationaux ont été exposées ensemble pour la première fois à la galerie Casas Riegner à Bogotá. L’exposition s’intitulait Paysages nationaux : dessins et peintures comme une référence à l’exposition Identité nationale, que l’artiste a réalisée en 1983. L’exposition de 1983 était composée d’une série d’œuvres conçues en réaction à l’appel du Président de l’époque, Belisario Betancur, à choisir les symboles qui définiraient l’identité de la Colombie. Cette exposition, dont le ton était critique, réunissait ce qui, pour l’artiste, pouvait constituer ces symboles. Dans le cas de Paysages nationaux, l’identité du pays s’exprimait par ses paysages rongés par des catastrophes environnementales et de mauvaises manœuvres politiques. Les œuvres montraient une nature violentée, face à laquelle l’artiste invitait à une réflexion sur le deuil des personnes affectées dans ces régions.
González a dit que Paysages élémentaires était la réponse à une question qu’on lui posait beaucoup en 2016, portant sur ce qu’elle peindrait après la signature de l’accord de paix.
Les journalistes me demandaient : maintenant qu’on est en temps de paix, vous n’avez désormais plus de sujet ? Et je répondais : Non, je continue de travailler, mais je pense à d’autres choses en ce moment. J’ai décidé de penser aux quatre éléments, ceux qu’on nous apprend à l’école : l’eau, le feu, l’air et la terre. Ces éléments, qui sont des références du « programme scolaire », sont enseignés aux enfants sur un ton très joyeux pour expliquer les éléments de la nature. J’ai voulu les situer en des lieux différents. J’ai eu l’idée de penser aux tragédies colombiennes dans lesquelles étaient présents ces quatre éléments[3].
Paysages élémentaires est une des rares séries de l’artiste qui peut correspondre au genre du “paysage”, car la figure humaine a été principalement le centre de sa production jusqu’alors. La question de la situation du pays à la suite de l’accord de Paix l’a orientée vers le paysage. Néanmoins, il ne s’agissait pas d’un paysage idéalisé ou particulièrement beau beau, mais traversé par les ravages qui ont affecté plusieurs communautés. Pour développer cette série, González a associé chacun des quatre éléments à des lieux où se sont produits ces violences, et a assigné à chaque élément un espace géographique:
‘Tierra en Barranca[4]’ est née d’une très vieille photo que j’avais, qui montre l’arrivée de paramilitaires à Barrancabermeja[5]—la situation était horrible là-bas—, les gens ont commencé à creuser des fosses pour chercher leurs disparus, qu’on a jamais retrouvés, et à faire des cercueils avec les photos de chacun de leurs morts. Je n’a jamais vu un aussi grand mouvement de terre que celui qui creuse nos fosses. ‘Agua en el Valle’[6] fait allusion aux inondations dans le Valle del Cauca[7], Aire en la Guajira[8] à la contamination causée par les mines de charbon dans la Guajira[9] et ‘Fuego en la Sierra[10]’ à des malocas[11] indigènes brûlées dans la Sierra Nevada de Santa Marta[12][13].
Les représentations du territoire dans Paysages élémentaux sont vues par l’artiste comme des paysages modernes qui expriment les désastres environnementaux provoqués par des actions politiques qui affectent des endroits précis et concrets entraînants de nombreux dégâts[14]. En cherchant d’autres sujets pour sa peinture, González a fouillé dans ses coupures de presse[15] pour y trouver les paysages dramatiques qui ont composé les scènes occultes en Colombie.
[1] Declaración de Beatriz González el 14 de octubre de 2020.
[2] Imagen 1.
[3] Visite guidée de Beatriz González de l’exposition Beatriz González: una retrospectiva, réalisée le 14 octobre 2020.
[4] Image 2.
[5] Ville située dans le département de Santander dans le centre-nord de la Colombie.
[6] Image 3.
[7] Région au sud-ouest de la Colombie.
[8] Région au nord de la Colombie.
[9] Imagen 4.
[10] Dans un interview, l’artiste a dit que : Le feu c’est la Sierra Nevada de Santa Marta, du fait de la nouvelle des onze Wiwas [communautés indigènes] qui étaient réunis et sont morts quand un éclair a frappé et incendié leur maloca. La maloca est devenue un symbole de cet incendie dans la Sierra, des villages brûlés. Beatriz González “Yo no creo que el arte pueda tumbar gobiernos,” dans Revista Arcadia, juin 2020.
[11] Constructions d’habitation indigènes.
[12] Image 5.
[13] Ibíd.
[14] Interview réalisé par Tobías Ostrander à Beatriz González le 22 octobre 2020. Inédit.
[15] Images 6,7,8.
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