Desmitificando el paisaje: una lectura desde Mesoamérica: el efecto huracán

El paisaje de América ha sido representado históricamente desde dos miradas que se contraponen: por un lado, se encuentra la imagen dibujada desde una visión eurocéntrica, que ha situado a los paisajes conquistados como objeto de un deseo disfrazado de desarrollo humano; y, por el otro, las representaciones que ansían desatender la mirada de los otros para forjar una imagen que responda a la relación propia con el territorio y a lo que éste implique en términos sociales, políticos y culturales.

El lugar de Mesoamérica, por ejemplo, es el mismo que se le ha dado al “sur”: un territorio trazado como concepto, que comparte similitudes lingüísticas, sociales, culturales y naturales, sin dar cuenta de sus particularidades o características propias. Un concepto definido para hacer de lo ajeno algo comprensible. Como término, Mesoamérica fue acuñado en 1943, por el filósofo y antropólogo alemán —naturalizado mexicano— Paul Kirchhoff, para agrupar los territorios de lo que actualmente se conoce como el sur de México, Belice, Guatemala, El Salvador, así como algunas zonas de Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Es la misma categorización de la que se apropia el Proyecto Mesoamérica, una iniciativa conjunta entre los gobiernos de estos países que arrancó en 2008 con el objetivo de promover el desarrollo de la región en términos de infraestructura e interconectividad.

Edgardo Aragón, Mesoamérica: el efecto huracán (2015). Imágenes de documentación. © Edgardo Aragón. Cortesía del artista

Mientras viajaba en carretera desde su natal Ocotlán hasta la isla de Cachimbo, en la frontera entre Oaxaca y Chiapas, Edgardo Aragón (1985) dispuso su cámara para mostrar los paisajes que atravesaba en su recorrido y en donde se pueden ver las bondades propias de la naturaleza y, al mismo tiempo, la infraestructura “modernista” que el Proyecto Mesoamérica materializó en forma de campos de energía eólica que, en teoría, fueron asentados con el objetivo de abastecer a la isla con electricidad sustentable. El viento que favorece el funcionamiento del campo de turbinas es el mismo que arrasa con los escasos bienes de la comunidad por efecto de los huracanes que padece la región.

Edgardo Aragón, Mesoamérica: el efecto huracán (2015). Imágenes de documentación. © Edgardo Aragón. Cortesía del artista

Este recorrido forma parte de Mesoamérica: el efecto huracán, un proyecto audiovisual en el que el artista oaxaqueño muestra la contradicción de una iniciativa basada en el liberalismo tecnocrático, pero disfrazada de programa social: mientras el Proyecto Mesoamérica presume el apoyo a las comunidades más vulnerables que se encuentran dentro de la región a través de la aportación de energía sustentable, las regiones que teóricamente forman parte de esta franja, como Cachimbo, carecen de electricidad a pesar de su cercanía con los campos de turbinas. La razón: la energía producida abastece principalmente a los países del norte.

Edgardo Aragón, Mesoamérica: el efecto huracán (2015). Imágenes de documentación. © Edgardo Aragón. Cortesía del artista

Si la referencia al huracán coincide con un sistema tormentoso que escapa al control humano, en este video se convierte en una metáfora del extractivismo como una fuerza cuyo centro provoca condiciones devastadoras por efecto de sus ondas expansivas. Sin embargo, el video no se detiene en visibilizar una problemática sobre las nuevas formas en las que opera actualmente el colonialismo en estas zonas, sino que pone como centro dos factores clave: la desmitificación del paisaje y el revés de una narrativa que se desprende de la visión dominante de Occidente.

Edgardo Aragón, Mesoamérica: el efecto huracán (2015). Imágenes de documentación. © Edgardo Aragón. Cortesía del artista

Aragón, en este sentido, se separa de una intención propagandística y de aquella verdad que anhelaban las representaciones colonialistas realizadas por los cartógrafos o viajeros europeos del siglo XVIII en sus exploraciones. Por el contrario, el mito construido alrededor de estos territorios, como unos plagados de paisajes abundantes de materia prima que permite abastecer tanto las necesidades básicas como las riquezas más excelsas, se diluye en imágenes que dejan ver que las mismas características naturales de estos paisajes constituyen la identidad de sus habitantes, pero también sus infortunios.

Es decir, el paisaje no es un agente que atestigua el desarrollo de la historia como un suceso que acontece por condiciones externas, sino que es un sujeto que determina e incide directamente en la operación de la historia. El paisaje, así, no es testigo de la historia, sino que, como se puede ver en Mesoamérica: el efecto huracán, determina el acontecer de la realidad. Las características naturales de lo nombrado como Mesoamérica han determinado su apropiación y despojo.

Un ejercicio similar fue el que realizó el artista chileno Juan Downey (1940-1993) en obras como Trans-América (1973-75), en la que también realizó un roadtrip para realizar una exploración audiovisual de la identidad y el territorio de las Américas y mostrar cómo fue compuesto el paisaje desde una visión colonialista. Si Downey concibió su propio cuerpo como una forma de recorrer el territorio y como un espejo para encarnar “lo otro” y transmitirlo a través de la cámara, Aragón recurre a la figura del viajero para hacer “hablar” al paisaje mismo y a sus habitantes.

Lejos de un estilo documental, en Mesoamérica: el efecto huracán se da una perspectiva heteroglósica: la versión de quienes han sido narrados desde la mirada ajena para construir su propia narrativa. En el video se pueden escuchar las voces en off de habitantes de Cachimbo, que cuentan cómo viven los efectos de los huracanes, naturales o coloniales.

La representación de zonas como Mesoamérica se asemeja a una apropiación cultural, comercial y económica, a la que es necesario desmitificar para evitar ver a este territorio como uno plegado de un paisaje portentoso. Si en un momento de la historia, el arte apuntó a entender los paisajes de México, ya sea como un lugar estéticamente encomiable o conceptualmente definible en virtud de una identidad nacional, resulta necesaria una mirada, como la que vemos en esta pieza, que ponga en tensión la mitología del paisaje ya sea como deseo o como identidad.

Créditos imágenes:

Edgardo Aragón, Mesoamérica: el efecto huracán (2015). Imágenes de documentación.

© Edgardo Aragón. Cortesía del artista

Andrea Cuevas (Ciuda de México, 1986) es licenciada en Teoría del Arte por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Ha sido jefa editorial del Museo Tamayo, coordinadora de la revista Código, editora del blog de la galería Ángulo 0, coeditora de las ediciones impresa y en línea de la revista Fahrenheitº, y coordinadora curatorial del Diccionario de artistas emergentes Ars-Tesauro. Ha colaborado para publicaciones en línea e impresas como GasTv, Harper’s Bazaar, La Ciudad de Frente, Huffington Post, Expansión, Andares y Artishock (Chile). Ha participado en proyectos como YEI (Espacios indpendientes), el Buró Fantasma (Carlos Amorales) y PICS (Plataforma de Imágenes Contemporáneas del Centro de la Imagen). Actualmente está en proceso de titulación de la Maestría en Historia del arte en la UNAM y colabora como correctora de estilo en la XIV Bienal Femsa: Inestimable azar, y como investigadora de la colección de arte contemporáneo del Museo Amparo (Puebla)

Artículos publicados (Selección de 2018-2020)

—Lo que vemos no es lo que es, pero es la posibilidad de ser (Espac, 2020)

https://espac.org.mx/Comisiones01-Andrea-Cuevas

—El paisaje a través de la mirada de Edgardo Aragón (Revista de Investigaciones Geográficas. Instituto de Investigaciones Geográficas de la UNAM, 2020)

http://www.investigacionesgeograficas.unam.mx/index.php/rig/article/view/60110/53467

—El «Deseo de un lugar» de Virginia Pérez-Ratton (Artishock Chile, 2019)

—Una fotografía para construir la realidad (Entrevista con Koral Corballo. PICS, 2018)

https://pics-ci.com.mx/fluido/0/Koral-Carballo.html

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Démystifier le paysage : Une lecture de Mesoamérica: el efecto huracán (Mésoamérique : l’effet ouragan).

Historiquement, la question du paysage américain a été représentée selon deux visions opposées.

D’une part, celle d’une vision eurocentrée qui a assigné aux paysages conquis le statut d’objet d’une convoitise déguisée du développement humain ; et d’autre part, les représentations soucieuses de négliger le regard des autres pour forger une image qui réponde à une relation propre au territoire et ce qu’il sous-entend en termes sociaux, politiques et culturels.

La place donnée à la Mésoamérique, par exemple, est la même que l’on a attribuée au « Sud » : un territoire tracé comme un concept, qui partage un certain nombre de similarités linguistiques, sociales, culturelles et naturelles, sans rendre compte de ses spécificités. Un concept défini pour faire de ce qui est étranger quelque chose de compréhensible. Le terme « Mésoamérique » a été forgé en 1943 par le philosophe et anthropologue allemand — naturalisé mexicain — Paul Kirchhoff, pour regrouper les territoires de ce qui est aujourd’hui le sud du Mexique, le Belize, le Guatemala, le Salvador, ainsi que certaines zones du Honduras, du Nicaragua et du Costa Rica. C’est exactement la même catégorisation que se réapproprie le Proyecto Mesoamérica (Projet Mésoamérique), une initiative conjointe des gouvernements de ces pays qui a débuté en 2008, avec pour objectif la promotion du développement de la région en termes d’infrastructure et d’interconnectivité.

Edgardo Aragón, Mesoamérica: el efecto huracán (2015). Imágenes de documentación. © Edgardo Aragón. Cortesía del artista

Au cours d’un voyage sur l’autoroute entre sa ville natale Ocotlán et l’île de Cachimbo, à la frontière entre l’État de Oaxaca et le Chiapas, Edgardo Aragón (1985) s’est muni de son appareil photographique pour montrer les paysages qu’il traversait et où l’on peut observer les beautés et qualités de la nature, mais également l’infrastructure « moderniste » que le Projet Mésoamérique a matérialisé sous forme de champs d’énergie éolienne qui furent établis a priori pour l’approvisionnement de l’île en électricité durable. Le vent qui favorise le fonctionnement du champ d’éoliennes est le même que celui qui ravage les rares biens de la communauté locale du fait des ouragans qui touchent la région.

Edgardo Aragón, Mesoamérica: el efecto huracán (2015). Imágenes de documentación. © Edgardo Aragón. Cortesía del artista

Ce parcours fait partie de Mesoamérica: el efecto huracán (Mésoamérique : l’effet ouragan), un projet audiovisuel dans lequel l’artiste d’ Oaxaca démontre les contradictions d’une initiative fondée sur un libéralisme technocratique sous prétextes de programme social. Alors que le Proyecto Mesoamérica fait étalage de son soutien aux communautés les plus vulnérables de la region, par le biais d’une production d’énergie durable, les territoires, en théorie compris dans cet espace, tels que Cachimbo, manquent d’électricité malgré leur proximité avec les champs d’éoliennes. La raison : l’énergie produite est destinée principalement à approvisionner les pays du nord.

Edgardo Aragón, Mesoamérica: el efecto huracán (2015). Imágenes de documentación. © Edgardo Aragón. Cortesía del artista

Si la référence à l’ouragan coïncide bien avec un système tourmenté qui échappe au contrôle des êtres humains, dans la vidéo, celui-ci devient une métaphore de l’extractivisme, une sorte de force dont le centre provoque des conditions dévastatrices du fait de ses ondes expansives. En outre, la vidéo ne se contente pas de dévoiler une problématique illustrant les nouvelles formes du colonialisme dans ces territoires, mais elle se focalise surtout sur deux facteurs-clés : la démystification du paysage lui-même et l’échec d’une rhétorique issue de la vision dominante de l’Occident.

Edgardo Aragón, Mesoamérica: el efecto huracán (2015). Imágenes de documentación. © Edgardo Aragón. Cortesía del artista

Dans ce sens, Aragón s’éloigne de toute intention de propagande et de cette vérité recherchée par les représentations colonialistes, conçues par les cartographes et voyageurs européens du XVIIIème siècle, au fil de leurs explorations. À contrario, le mythe construit autour de ces territoires, les imaginant couverts de paysages submergés de matières premières, permettant de satisfaire autant les besoins essentiels que les fantasmes de richesse les plus extravagants, se dilue en images laissant entrevoir le fait que les caractéristiques naturelles de ces paysages font précisément partie intégrante de l’identité de leurs habitants, ainsi que de leurs malheurs.

Ainsi donc le paysage n’est pas un agent qui témoigne du développement historique comme d’un événement survenu du fait de conditions externes, mais un sujet qui détermine et intervient directement dans la fabrique de l’histoire. C’est pourquoi le paysage n’est pas un témoin de l’histoire, mais plutôt, comme on peut le voir dans Mesoamérica: el efecto huracán, un élément déterminant dans l’avènement de la réalité. Les caractéristiques naturelles de ce que l’on entend par la Mésoamérique ont déterminé son appropriation et sa dépossession.

Un exercice similaire fut réalisé par l’artiste chilien Juan Downey (1940-1993) pour des œuvres telles que Trans-América (1973-75), dans laquelle il entreprit également un voyage sur autoroute afin de mener une exploration spirituelle de l’identité et du territoire des Amériques, et de montrer comment le paysage fut composé à partir d’une vision colonialiste. Si Downey a conçu son propre corps comme un moyen de parcourir le territoire et en guise de miroir pour incarner ‘l’altérité’ et la transmettre avec la caméra, Aragón a eu recours à la figure du voyageur pour faire « parler » le paysage lui-même, ainsi que ses habitants.

Loin du style documentaire, on observe dans Mesoamérica: el efecto huracán une perspective hétéroglossique[1] : la version de ceux qui ont été narrés par le regard d’autrui et qui construisent dès lors leur propre récit. Dans la vidéo, on peut entendre les voix off des habitants de Cachimbo, qui racontent comment ils vivent l’effet des ouragans, que ces derniers soient naturels ou coloniaux.

La représentation d’espaces comme celle de la Mésoamérique s’apparente à une appropriation culturelle, commerciale et économique, qu’il s’impose de démystifier pour éviter de concevoir ce territoire uniquement à travers le prisme de son paysage prodigieux. Si à un moment de l’histoire, l’art s’est mis au défi comprendre les paysages du Mexique en tant que lieux esthétiquement remarquables ou conceptuellement définissables en vertu d’une identité nationale, il devient pertinent de faire advenir un regard nouveau , tel que présente cette œuvre ,qui questionne la mythologie du paysage en tant que désir, ou bien en tant qu’identité.

[1]Mary Louise, Pratt. Ojos imperiales. Literatura de viajes y transculturación. Argentina: Universidad Nacional de Quilmes, 2011.