Roberto Diago: Las cualidades humanas de las desigualdades matéricas.
Yolanda Wood
Acompañan a este artículo fotografías y un video de la reciente exposición de Roberto Diago en la Fundación Clément.
ROBERTO DIAGO | UN ARTE PARA TODOS LOS TIEMPOS 10 DE MARZO – 2 DE MAYO DE 2023
En la Fundación Clément se presentó en 2023 la primera gran exposición individual de Roberto Diego en Martinica, con la curaduría de Gilbert Brownstone. La obra de Roberto Diago está marcada por el compromiso social. Aunque no se somete a un discurso o tema único, tal vez la denuncia del racismo ocupe el mayor espacio en su obra pictórica. El artista defiende ideas a través de sus obras, ya sean pinturas figurativas, esculturas, fotografías o instalaciones e, incluso, a través de sus telas monocromáticas, blancas o negras. En esta exposición se exhibieron obras muy antiguas, inéditas, de los años 1990, así como obras recientes.
Faire mondes agradece a la Fundación Clément haber compartido esto amablemente con nosotros.
This article is illustrated with photos and a video from a very recent exhibition by Roberto Diago at the Fondation Clément.
ROBERTO DIAGO | UN ARTE PARA TODOS LOS TIEMPOS 10 MARCH – 2 MAY 2023
In 2023, the Fondation Clément hosted Roberto Diago’s first major solo exhibition in Martinique, designed by Gilbert Brownstone. Roberto Diago’s work is marked by social commitment. Although he never limits himself to a single message or theme, perhaps the denunciation of racism plays a predominant role in his pictures. The artist advocates his ideas in all his works, whether they are figurative, sculptural, photos, installations or even black or white, single-coloured paintings. This exhibition includes very old works, dating from the 1990s, as well as more recent works.
Faire Monde(s) would like to warmly thank the Fondation Clément for this partnership
© Fondation Clément courtesy
A través del tiempo el arte hizo de sus medios un lenguaje expresivo, pero solo en la contemporaneidad, el arte ha podido otorgar valores humanos y sociales a los materiales que emplea por los significados autónomos de lo matérico. Se trató de un cambio de paradigma artístico que en el arte cubano de la segunda mitad del siglo XX y hasta nuestros días ha adquirido un protagonismo –cada vez mayor – en el imaginario artístico. Algunos como Juan Francisco Elso hicieron con el material una retrospectiva ancestral hacia lo originario y otros como Manuel Mendive le otorgaron fuerzas míticas. Con frecuencia se trasladan energías derivadas de la propia índole de la materia artística al campo de los significados y entonces el carácter enfático de la sustancia conecta con las libertades subjetivas del creador y su universo plástico se amplía sensiblemente. Así ocurre en la obra de Roberto Diago.
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Interesa a esta presentación la índole de esas exploraciones cuando desde el material el artista penetra y descifra los caminos que lo convierten en una categoría del lenguaje visual capaz por sus propias caracteres de indagar sobre cualidades humanas y sociales de una realidad que distingue un estado físico de deterioro, marginalidad y pobreza que se expresa desde los materiales y la relación de ellos con lo pictórico y textural. , poniendo el énfasis en las cualidades soberanas de sus libertades creativas.
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“… mi arte intenta sacar a la luz todos los valores menospreciados”, dijo Dubuffet y lo hacía a través de un redescubrimientos de lo matérico a lo que se añadía la espontaneidad del trazo, el espesor de los pigmentos, el tiempo de la obra como parte de su vida interior. Tapies, por su parte, había contribuido a una definición de carácter estético – artístico, en la que la materia actuaba como expresión de un estado de conciencia cultural. Desde estos aspectos examinaremos un repertorio de obras de Juan Roberto Diago quien ha trenzado los recursos visuales de sus obras con la realidad cubana de finales del pasado siglo e inicios del actual. Ella se inscribe en una sensibilidad humana y social que trasciende desde las desigualdades que sus materiales refieren. Son formulaciones crítica, de valor ético y estético en relación con su contexto.
Este modo de proceder es heredero a la vez de postulados abstractos, que tuvieron funciones primordiales en ese sentido, al poner en evidencia que la realidad podía no sólo podía ser representada sino creada y al poner en valor la capacidad artísticas de todos los medios del lenguaje plástico y ampliar sus posibilidades expresivas. Se trató de un cambio de percepción y de significado del mundo real para la creación artística que dejó atrás el sistema visual instaurado por la modernidad- tardía y contradictoria en nuestros países- que con diversos énfasis e intensidades marcó, fuertemente, los ideales de una expresión nacional de marcado carcácter figurativo.
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Desde la abstracción las formas expresivas del mundo espiritual del creador pudieron pensar y hacer de las artes plásticas una nueva cultura visual. Esa ductibilidad del lenguaje abstraccionista tuvo un importante exponente en la Cuba de los años sesenta en las obras de Raúl Martínez por el modo en que dominó las herramientas de su lenguaje e introdujo en sus piezas trozos de realidad, que las hizo, muy directamente, parte de sus circunstancias. Vistas las obras de Diago en su interconexión con estos modos de proceder, ellas configuran una inmersión artística en el contexto cubano, que más que nacional, refieren el universo de una condición periférica ajena a todo localismo, de una visión que refiere la universalidad de un modo de vivir tercermundista, en lo que resulta decisiva la propia trascendencia de sus signos visuales por el modo que remiten a un espacio deslegitimado de múltiples desigualdades.
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El lenguaje activo de los materiales construye el entretejido de desechos no legitimados con los que el artista erige la figura del deterioro, la imperfección y la avería. En sus obras bidimensionales, Diago se muestra como un maestro de las áreas y los planos. El tratamiento textural por el uso de papeles pegados, materiales orgánicos añadidos y medios extra-pictóricos, dan valor causal a lo aparentemente casual e incidental en sus obras muy bien pensadas. El artista ha comprendido así el peculiar significado de las superficies sensibles y la conversión del material en “materia” para su universo artístico, en lo que se descubren aportes del informalismo y el arte povera. En los pies de obras se leerá técnica mixta sobre metal, sobre madera, sobre lienzo…pero el observador constatará que se trata de zinc o latón, de tablas y tablones, cartones y saco de yute. Procesos de reciclaje y recuperación construyen una estética en sus obras de variados formatos, y en ocasiones de grandes dimensiones, lo que aumenta el valor táctil y sensorial de sus medios al colocar una lupa sobre ciertas zonas del andamiaje social urbano.
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Con los materiales construye un ambiente. Un contexto de barrio en el “que con pocos recursos y mucha integridad han vivido con la pobreza como sola opción. Toda su obra- ha dicho Miguel Barnet- es un homenaje a esa gente”. Visibiliza el quita y pon, la provisionalidad, el claveteo precario y las juntas imperfectas. En ese sentido actúa como un observador participante en un medio que es también el suyo y el de sus propias referencias personales. Y precisa Barnet, “toda su obra es una elegía a ese mundo subterráneo, que gracias a artistas como él emerge y clama…como también lo hizo Nicolás Guillén, razón también para traer la obra de Diago a este espacio de homenaje a los Motivos de son, poemario urbano de “cuadros fugaces de la vida popular habanera…tipos y modalidades del solar o casa de vecindad, con el vocabulario y la prosodia peculiares del negro de barrio pobre “, ha dicho Angel Augier.
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Si los soportes son del mayor interés en el sentido indicado, no podrá ignorarse el valor simbólico de la materia pictórica que en tonos predominantemente de negros y blancos en contrastes. Dos polaridades mezcladas sobre la superficie indicativa de un diálogo con todas sus gamas y simbologías. El color negro esparcido por la superficie remite al apagón y al humo que tiñe su alrededor desde las chismosas y el quinqué, desde el anafe y la hornilla de carbón. Se trata de una marginalidad evocadora y ancestral que nos reenvía al hogar de Cecilia Valdés y a la cuartería, a la falta de electricidad y carencias de petróleo. A veces el rojo de mancha y de sacrificio impacta y penetra para dejar en sus drippings una marca visual de sentimientos.
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En su estética povera hay una reafirmación identitaria que viene de la precariedad compartida de individuos anónimos. Su iconografía remite al sujeto colectivo que somos, el artista también, todos allí como figuras frontales, dando la cara, con mayor o menor imparcialidad, pero siempre ahí. Figuras que miran diferentes por ojos también diferentes, un homenaje a la diversidad. Personajes que miran desde el cuadro y no fuera de él; no colocadas frente a la realidad sino dentro de ella, inmersas en todas las contingencias. Resulta esencial la idea del fragmento que hace parte del todo y es también sugerente de que más allá de los que vemos existe algo más. Otra importante muestra de diversidad. El modo en que el artista engarza las partes en la dimensión del cuadro es axiológica por el modo en que se ensartan las discontinuidades de las partes en su similitud o desigualdad, porque toda la simplicidad de los elementos iconográficos reenvía a una cultura de lo exiguo e indispensable.
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Sin dudas será imprescindible hablar de ciertas señales. Su obra es fuertemente expresiva pero no agresiva, su figuración de simple trazos al parecer infantil pero nada ingenuo, sus textos enunciadores crean un espacio de contacto y un discurso en el que se advierte toda la multilateralidad de las desigualdades sociales, de raza, de clase, de género y ambiental Todas ellas hablan desde la fortaleza conceptual de los materiales y los textos, desde la agudeza crítica de los conflictos de la discriminación y la marginalidad histórica, la puesta en valor de una religiosidad popular y afrocubana, de la mujer en sus cajas de luz realizadas de palos y maderas, vestida de blanco con su jabita de naylon plástica es la visión dignificada de la que sale temprano “ a resolver” y la escala ambiental de todo junto, mezclado como la sociedad toda, con sus carencias y limitaciones, con sus palomares y carretillas, con los carritos que harán historia, en fin, los llenos y los vacíos de nuestra historia de todos los días , la de lo trascendentalmente cotidiano, con sus azares y permanencias.
La Gaceta de Cuba, UNEAC, La Habana mayo-junio, 2010.
Roberto Diago : Les qualités humaines des inégalités matérielles
Yolanda Wood
This article is illustrated with photos and a video from a very recent exhibition by Roberto Diago at the Fondation Clément.
ROBERTO DIAGO | UN ARTE PARA TODOS LOS TIEMPOS 10 MARCH – 2 MAY 2023
In 2023, the Fondation Clément hosted Roberto Diago’s first major solo exhibition in Martinique, designed by Gilbert Brownstone. Roberto Diago’s work is marked by social commitment. Although he never limits himself to a single message or theme, perhaps the denunciation of racism plays a predominant role in his pictures. The artist advocates his ideas in all his works, whether they are figurative, sculptural, photos, installations or even black or white, single-coloured paintings. This exhibition includes very old works, dating from the 1990s, as well as more recent works.
Faire Monde(s) would like to warmly thank the Fondation Clément for this partnership
Des photographies et une vidéo d’une toute récente exposition de Roberto Diago à la Fondation Clément accompagnent cet article.
ROBERTO DIAGO | UN ARTE PARA TODOS LOS TIEMPOS10 MARS – 2 MAI 2023
La Fondation Clément a accueilli en 2023 la première grande exposition personnelle de Roberto Diago à la Martinique, conçue par Gilbert Brownstone. L’œuvre de Roberto Diago est marquée par un engagement social. Bien qu’il ne se soumette pas à un discours ou à un thème unique, c’est peut-être la dénonciation du racisme qui occupe le plus de place dans son œuvre picturale. L’artiste défend ses idées à travers ses œuvres qu’elles soient figuratives, sculpturales, photographiques, installations et même à travers ses toiles monochromes, blanches ou noires. Cette exposition présentait des œuvres très anciennes, inédites, datant des années 1990, ainsi que des œuvres récentes.
Faire mondes remercie la Fondation Clément pour cet aimable partage
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Au fil du temps, l’art a fait de ses médiums un langage expressif ; mais c’est seulement à partir de l’époque contemporaine que l’art a pu accorder des valeurs humaines et sociales aux matériaux qu’il emploie, à partir des significations autonomes de ces mêmes matériaux. Il s’agit d’un changement de paradigme artistique qui, dans l’art cubain de la seconde moitié du XXème siècle et jusqu’à nos jours, a acquis un protagonisme de plus en plus important dans l’imaginaire artistique. Certains artistes, comme Juan Francisco Elso, menèrent avec le matériau une rétrospective ancestrale vers les origines ; d’autres, comme Manuel Mendive, lui prêtèrent des forces mystiques. Certaines énergies dérivées de la nature même de la matière artistique sont fréquemment transférées au champ des significations ; le caractère emphatique de la substance se connecte alors aux libertés subjectives du créateur et son univers plastique en est considérablement élargi. C’est-ce qu’on observe dans l’œuvre de Roberto Diago.
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Cette présentation s’intéresse à la nature de ces explorations : lorsque l’artiste pénètre et déchiffre les chemins qui transforment le matériau en une catégorie du langage visuel, capable d’enquêter par ses propres moyens sur les qualités humaines et sociales d’une réalité qui indique un état physique de détérioration, marginalisation et pauvreté. Cette réalité s’exprime depuis les matériaux et leur relation avec les aspects picturaux et de texture, mettant ainsi l’accent sur les qualités souveraines de ses libertés créatives.
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«… mon art tente de mettre en lumière toutes les valeurs négligées», dit Dubuffet. Il appliqua cette idée au travers d’une redécouverte du matériau, ajoutées à la spontanéité du trait, l’épaisseur des pigments et la compréhension de la temporalité de l’œuvre comme partie prenante de sa vie intérieure. Tapies, quant à lui, contribua à une définition de caractère esthétique-artistique selon laquelle la matière agirait comme expression d’un état de conscience culturel. À partir de ces questions, nous examinerons un corpus d’œuvres de Juan Roberto Diago, dont il a tressé les ressources visuelles de ses œuvres avec la réalité cubaine de la fin du siècle dernier et du début de l’actuel. Celle-ci s’inscrit dans une sensibilité humaine et sociale qui transcende les inégalités auxquelles leurs matériaux font référence ; elles constituent des formulations critiques, d’une valeur éthique et esthétique, en relation avec leur contexte.
Ce mode opératoire est hérité de postulats abstraits, dont la fonction primordiale fut de révéler que la réalité pouvait non seulement être représentée mais également créée, et mettre en valeur la capacité artistique de tous les médiums du langage plastique, élargissant ainsi leurs possibilités expressives. Il s’agit là d’un changement de perception et de compréhension du monde réel de la part de la création artistique, qui laissa derrière elle le système visuel instauré par la modernité (tardive et contradictoire dans nos pays) qui, avec diverses emphases et intensités, avait marqué d’un fort caractère figuratif les idéaux d’une expression nationale.
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Grâce à l’abstraction, les formes expressives issues du monde spirituel du créateur purent penser et transformer les arts plastiques en une nouvelle culture visuelle. Cette ductilité du langage abstractionniste eut un important représentant à Cuba dans les années soixante-dix à travers les œuvres de Raúl Martínez, de par la façon dont il domina les outils de son langage et introduisit des éléments de réalité dans ses œuvres, les faisant ainsi partie intégrante de ses propres circonstances.
Vues depuis leur interconnection avec ces processus, les œuvres de Diago permettent une immersion artistique dans le contexte urbain et font référence, non pas à un contexte national, mais à l’univers d’une condition périphérique étrangère à toute forme de localisme. Une vision de l’universalité d’un mode de vie tiers-mondiste, au sein duquel la propre transcendance des signes visuels est décisive, dans ce qu’ils nous renvoient à un espace délégitimé et de multiples inégalités.
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Le langage actif des matériaux construit un entrelaçage de rebuts non-légitimés, à partir desquels l’artiste érige la figure du détériorement, de l’imperfection et de l’avarie. Dans ses œuvres bidimensionnelles, Diago se place en maître des aires et des plans. Dans ses œuvres les mieux pensées, le traitement de texture présenté par l’utilisation de papiers collés, de matériaux organiques et de médiums extra-picturaux donne une valeur causale à ce qui pourrait paraître occasionnel et fortuit. L’artiste a ainsi compris la signification particulière des superficies sensibles et la conversion du matériau en matière disponible pour son univers artistique, dans lequel on aperçoit les contributions de l’informalisme et de l’arte povera.
Au bas des œuvres, on lira “technique mixte sur métal”, “sur bois”, “sur toile”… Mais l’observateur constatera qu’il s’agit de zinc, de laiton, de planches et de lattes, de cartons et de sacs de jute. Des processus de recyclage et de récupération qui construisent dans ses œuvres une esthétique de formats variés, parfois de grandes dimensions, augmentant la valeur tactile et sensorielle de ses médiums tout en mettant en évidence certains aspects de la structure socio-urbaine.
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Avec les matériaux, Diago construit une atmosphère. Un contexte de quartier dans lequel « on vit avec peu de ressources et beaucoup d’intégrité, et la pauvreté comme unique option. Toute son œuvre est un hommage à ce peuple » a noté Miguel Bernet. Il rend visible le retrait et l’ajout, le caractère provisoire, l’accrochage précaire et les joints imparfaits. En ce sens, il agit comme l’observateur-participant d’un contexte qui est aussi le sien et celui de ses références personnelles. Barnet précise : « toute son œuvre est un éloge à ce monde souterrain qui, grâce aux artistes tels que lui, émerge et clame… comme l’a fait avant lui Nicolás Guillén. Une raison de plus pour amener l’œuvre de Diago à cet espace qui a rendu hommage aux Motivos de son (Motifs de son) », ce recueil de poèmes de « peintures fugaces de la vie populaire havanaise… des genres et des modalités du solar 1 ou de la maison de voisinage, avec le vocabulaire et la prosodie particulières du noir de quartier pauvre », décrit Angel Augier.
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Si en ce sens les supports sont du plus grand intérêt, on ne peut pour autant ignorer la valeur symbolique de la matière picturale, offrant des contrastes dans des tons prédominants de noirs et blancs. Deux polarités mélangées sur la surface indicative d’un dialogue, avec toutes ses gammes et ses symbologies. La couleur noire répartie sur la surface évoque les pannes électriques et les fumées qui teintent tout autour d’elles, sortant des lampes à paraffine et à pétrole, de la plaque de cuisson et du four à charbon. Il s’agit d’une marginalité évocatrice et ancestrale, qui nous renvoie au foyer de Cecilia Valdés et à la cuartería 2, aux carences d’électricité et de pétrole. Parfois le rouge de tâche et du sacrifice impacte et pénètre pour imprimer dans ses drippings une trace visuelle de sentiments.
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Il y a dans cette esthétique povera une réaffirmation identitaire venant de la précarité partagée par des individus anonymes. Son iconographie renvoie au sujet collectif que nous sommes (artiste compris), tous et toutes présents, tels des figures frontales, faisant face au monde avec plus ou moins d’impartialité, mais toujours là. Des figures qui observent différemment, à travers des yeux eux aussi différents, cet hommage à la diversité. Des personnages qui regardent depuis le tableau et non à l’extérieur de celui-ci ; non pas placés face à la réalité mais à l’intérieur de celle-ci, immergés dans toutes ses contingences. L’idée du fragment faisant partie d’un tout est ici essentielle, et suggère également l’existence de quelque chose de plus, au-delà du visible. Un autre signe important de diversité. La manière dont l’artiste relie les parties dans la dimension du tableau est axiologique, par la façon dont les discontinuités de ces parties sont comprises dans leurs similitudes ou inégalités. Toute la simplicité des éléments iconographiques renvoie à une culture de l’exiguë et de l’indispensable.
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Le mot, quant à lui, agit comme catalyseur de sens et code stimulateur de la mémoire, une réaffirmation nécessaire afin de ne pas oublier, comme le ferait Aureliano Buendía. Le mot paraît contredire l’effet de l’artisanat matériel, des tensions picturales et des sensations ingénues inspirées par son iconographie. Dans le même temps, cependant, il révèle l’aspect alphabétisé de ce monde ; telles sont les qualités humaines contradictoires des inégalités cubaines. Sur les surfaces oxydées de la matière apparaissent les noms de héros et poètes. Un ordre à l’intérieur du désordre, et une préférence ordinatrice à l’intérieur de sa propre tendance anthropique. Il s’agit là de qualités humaines auxquelles l’artiste se réfère en termes de relations « Je-tu », « je suis pour toi », dans toute sa bilatéralité et son ambivalence. 1-2-3-4, la séquence d’un rythme, une cadence et une continuité. A-B-C-D, un savoir alphabétique qui renvoie à une culture transcendant toute idée de costumbrismo 3 ou de simplicité ; un haut et un bas, un ici et un là-bas qui construit des fonctions communicatives d’intensité majeure dans la relation œuvre-publique. Certaines phrases font allusion à l’appartenance et à l’appropriation. L’auteur inscrit sur son œuvre Rojo (Rouge) les mots « mon ciel » sur le bord supérieur et « terre dure » sur le bord inférieur ; une manière de nommer et qualifier de façon simple et suggestive. Tel Guillén dans ses recueils de poèmes, on rencontre des phrases courtes et déclaratives provenant de la vie de village : « il n’y a rien pour personne », « avec les pieds dans la terre », … Des mots renvoyant à une réalité collective qui distingue « le cadre social qui a engendré le produit esthético-artistique » de l’œuvre de Diago, comme l’a écrit Alejandro Alonso, qui précise que l’univers de Diago se montre « comme le revers d’un gant en cuir lisse qui exhibe, en découvrant la zone normalement non visible, la texture inusuelle, les coutures ; ces tâches et imperfections qui, parce qu’elles sont cachées, en sont souvent d’autant plus révélatrices ». Cette métaphore, comme c’est presque toujours le cas, est des plus éloquentes. Il s’agit d’un procédé artistique ni contemplatif ni de remise en question, ni silencieux ni vociférant, simplement sensible aux qualités humaines de toutes les imperfections sociales dont ses matériaux et représentations font partie. Diago est conscient de la matière qui est la sienne : ce ne sont pas les graffitis ni les surfaces des murs écaillés ; l’important n’est pas l’extérieur, sinon quelque chose de plus profond et intérieur où se retrouvent, dans leurs proximités et leurs distances, « le noir et le blanc, l’instinctif et l’intellectuel, le primitif et le sophistiqué ». Son discours est celui de « fenêtres ouvertes », a déclaré Alejandro Alonso, non seulement pour être vu de l’intérieur, mais surtout afin que l’on regarde vers cet intérieur, vers ces espaces profonds où naît et grandit la cubanité chaque jour. La maison est un élément essentiel que l’artiste réitère dans son iconographie en deux et trois dimensions, dans ses installations comme espace de l’homme commun, comme lieu où cohabitent toutes les différences.
Il est sans doute inévitable de parler de certains signaux. Son œuvre est fortement expressive, mais pas agressive ; sa figuration de simples traits paraît enfantine mais n’est en rien naïve, ses textes énonciateurs créent un espace de contact et un discours qui révèle la nature multilatérale des inégalités sociales, de race, de classe, de genre et d’environnement. Toutes ces inégalités s’expriment depuis la forteresse conceptuelle des matériaux et des textes, depuis la critique aiguë des conflits de la discrimination et de la marginalité historique, depuis la mise en valeur d’une religiosité populaire et afro-cubaine, de l’image de la femme vêtue de blanc, parmi ses boîtes lumineuses faites de bâtons et de morceaux de bois, avec son sac en plastique de nylon, comme vision dignifiée de celle qui sort tôt le matin pour “régler les choses”… L’échelle environnementale de cet ensemble est mixte, à l’image de la société, avec ses carences et ses limitations, ses pigeonniers et ses charrettes, avec les voitures qui marqueront l’histoire, celle des pleins et des vides de tous les jours, du quotidien transcendantal, avec ses hasards et ses permanences.
La Gaceta de Cuba, UNEAC, La Habana mayo-junio, 2010.
[1] Note des traductrices : À Cuba, le solar est un lieu de cohabitation intime, parfois précaire, dont, au départ, tous les habitants devaient partager l’usage de la cuisine, de la salle de bains et des toilettes.
[2] N. des T. : Après l’abolition de l’esclavage en 1886, de nombreux esclaves libérés à Cuba ont occupé les anciennes résidences de leurs maîtres, les ont divisées en plusieurs parties et se sont installés dans leurs logements en les adaptant à leur propre forme. Ces résidences portent le nom de cuarterías, dont la traduction française pourrait être « hacienda ».
[3] N. des T. : Tendance ou mouvement artistique qui aspire et propose que l’œuvre d’art soit une exposition des us et coutumes de la société.
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